La experiencia de practicar equinoterapia en Las Heras
La Municipalidad brinda un programa para niños y adolescentes con algún tipo de discapacidad. Las clases ya están en marcha en el puesto Los Amigos y el intendente Daniel Orozco visitó el lugar.
Antonella se baja del caballo con una alegría que contagia. El barbijo impide ver la sonrisa que sí se puede ver en sus ojos. Carolina expresa con gestos lo que no puede con su voz, y también son de alegría. Francisco, con apenas 7 años, se aferra a la correa del caballo y comienza el recorrido con su mamá, mientras Pedro va guiando al animal a pasos lentos.
Así, se van replicando cada una de las historias de los niños y adolescentes que son parte del programa de Equinoterapia de la Municipalidad de Las Heras, con la finalidad de contribuir a la rehabilitación, normalización, integración y socialización de aquellas personas que sufren alguna discapacidad física, psíquica, sensorial, psicológica o que presenten alguna problemática social o un trastorno de comportamiento. La puesta en marcha la lleva adelante el área de Discapacidad de Desarrollo Social.

A unos 8 kilómetros de la plaza departamental Marcos Burgos y transitando por la Ruta 13, se llega al puesto Los Amigos, un lugar maravilloso en pleno piedemonte y donde se realiza esta actividad terapéutica y placentera, tanto para los niños con alguna discapacidad como para sus familias, que disfrutan con mates y a la sombra mientras sus hijos hacen la rutina.
El intendente Daniel Orozco visitó este lugar y destacó: “Acá vemos la vivencia que tiene la familia y el chico que viene a hacer equinoterapia, lo que produce una simbiosis con los animales y en armonía con la naturaleza en este lugar espectacular que tenemos”.
Además, y refiriéndose al 150° aniversario de Las Heras, que se cumplirá este 31 de enero, enfatizó que “éstos son los lasherinos que han hecho y hacen grande a nuestro departamento, con acciones como éstas”.
En tanto, José María Villavicencio, director de Desarrollo Social, expresó que “poder hacer esta acción es muy gratificante en lo personal y en lo laboral, ya que podemos estar acompañando a las familias y a los chicos en esta problemática”.
“No solo ofrecemos la clase de equinoterapia, sino que también les damos el traslado hacia este lugar y un equipo de trabajo con gente especializada. Por ahora está apuntado a niños, pero en un futuro la idea es incorporar a adultos mayores”, agregó el funcionario.
Una de las madres que estaban acompañando a sus hijos era Eugenia Pizzi, quien contó: “Soy la mamá de Francisco, quien nació con la patología de un daño en el cerebro, lo que le produce un retraso madurativo. Y más allá de hacer otras terapias, como kinesiología o terapia visual y ocupacional, hace tres años que hace equinoterapia y ha tenido avances importantes. Ahora estamos en el proceso de que empiece a caminar y estamos muy contentos porque el caballo ayuda un montón”.
“Hace 20 años que vivo en este lugar y la vida me puso por delante la equinoterapia, algo que fui aprendiendo con el tiempo y sobre la marcha. Hace 18 años que lo hago”, dijo a modo de presentación Pedro Manuel Calero, quien formalmente es el instructor, aunque también es amigo de cada uno de los chicos y, por supuesto, de los caballos.
Para él, “es un placer y una alegría maravillosa estar con los chicos. Ellos me dan mucho más de lo que yo les doy, que simplemente es un lugar para que se muevan”.
Al momento de definir esta técnica terapéutica, este hombre de 66 años describió: “El caballo pasa a ser una máquina en movimiento, que genera una serie de desequilibrios y movimientos cuando se está sobre él. Te mueve de un lado a otro, te sube, te baja, te rota la cadera… Y cualquier persona, si quiere darle órdenes al cuerpo para contrarrestar todos esos desequilibrios, no puede. Entonces el cerebro busca el equilibrio solo y pone en funcionamiento todos los músculos. El caballo tiene la misma biomecánica de movimientos que los humanos y va grabando motricidad. Cada paso del caballo es un impulso rítmico que da”.
Para poder desarrollar este programa se tuvieron muy en cuenta los protocolos sanitarios por el Covid-19. Y uno de ellos fue trabajar mediante “burbujas sanitarias”, con grupos de nueve por turno. Los chicos asisten dos días a la semana (lunes y miércoles) y en dos turnos: mañana y tarde. Cada rutina demanda entre 40 y 45 minutos y los profes que están a cargo son Marcos Olivera, Yésica Alcaino y Jorge Aranguez.